Dicen que a todo lechón
le espera su San Martín
fue así que llegó a su fin
el gran periplo de Turrón.
Le achacaron tal apodo
no por su dulce carisma,
más bien por esa premisa
de ser más turro que todos.
Cuando el barrio te bautiza
canta la justa y no miente.
Como aquel vago “Tres Dientes”
y su sencilla sonrisa.
Yo les juro que a Turrón,
si no fuera que es mi amigo,
ya le habría puesto un tiro
por cada vez que me garcó.
Era un loco tarambana:
a todos algo nos debía.
Mal te soplaba la mina
Mal te soplaba la mina
o seducía a tu hermana
Engrupió al gordo Noel,
en un asunto con su nena,
y tuvo que pagar la pena
(no la pendeja, sino él).
Turrón, partido a la mitad,
tirado dentro de un zaguán
chocolateado por patán
así pasó la Navidad.
No hubo regalos ni abrazos
porque él se portó tan mal
que de la sidra pa brindar
no ligó más que un corchazo.
La Boca y Barracas, primero de enero de dos mil quince
No hay comentarios:
Publicar un comentario