martes, 29 de agosto de 2023

Casa tomada

 

La soledad es como una fiebre. 

Como el delirio que induce la fiebre.

Todos los sistemas empiezan a fallar

simultáneamente

a medida que la soledad ocupa todo.

El que la vivió sabe de lo que hablo.

No hay paños fríos ni vapores.

Tan solo la perplejidad  con que recordás que hace un minuto

ahí 

¡ahí!

En ese lado de cama donde ahora duermen los puchos 

y las manchas de  vino

había un cuerpo caliente

una piel

y en las otras habitaciones se escuchaban voces. 

Voces que no eran amenazas.

Una casa tomada.

Como Irene y su hermano, alucino voces, ruidos, espectros

porque la fiebre ya no va a ceder. 

es todo.

Recorro las habitaciones, con la esperanza de que alguno de esos fantasmas me deje de ignorar.

En el patio la veo

padeciendo su propia soledad inanimada 

la bicicleta.


Es hora de sacarle les rueditas a la bici.


Villa Devoto, veintiocho de agosto de dos mil veintitrés.


"Halcones nocturnos", Edward Hopper (1942)





lunes, 24 de julio de 2023

Conclusiones




leo mi nombre y no me siento identificado

me gusta más el vino que respirar

peleo contra mis pensamientos

creo en dios pero dios no cree en mí

ya no tengo vergüenza

sé que fui víctima pero odio victimizarme


Villa Devoto, veinticuatro de julio de dos mil veinitrés.



"El enigma del deseo - Mi madre, mi madre, mi madre"  Salvador Dalí (1929)


jueves, 8 de junio de 2023

Útiles perdidos




Julio estaba muy contento por empezar segundo grado. El día anterior había preparado la cartuchera, la mochila, el guardapolvo. Pero esta no es la historia de Julio, que estaba muy contento por empezar segundo grado. Tampoco es la historia de una cartuchera, ni de una mochila, ni de un guardapolvo. Esta es la historia de un lápiz nuevo. 

Lápiz Nuevo era el lápiz nuevo de Julio. Además, era el lápiz negro más hermoso y prometedor del mundo. Lápiz Nuevo estaba hecho de grafito, de madera  y de  promesas. Era negro y amarillo, largo como el año escolar que se avecinaba. Pero esta no es una historia larga como el año que se avecinaba. Es la historia de un lápiz nuevo.


La noche anterior al primer día de clases, Lápiz Nuevo nuevo durmió menos que Julio. Pensaba que iba a escribir todas las fechas del año en el cuaderno azul de Julio: de la primera a la última.  Que iba a dibujar la parte que más le gustó a Julio del cuento que acababa de contar la señorita. Soñaba despierto con hacer una suma, una resta. ¡Un garabato en el banco! Lápiz Nuevo se reía solo al lado de la goma y el sacapuntas, que dormían como troncos. Pero esta no es la historia de la goma ni del sacapuntas que dormían como troncos. Es la historia de un lápiz nuevo.


Llegó el primer día de clases. El himno, la bandera, el patio, las seños nuevas, los compañeros nuevos, el aula nueva, el nuevo compañero de banco de Julio. Pero esta no va a ser la historia del primer día de clases y el himno y la bandera y las seños nuevas y los compañeros nuevos y el aula nueva y el nuevo compañero de banco de Julio. Esta va a ser la historia de un lápiz nuevo.


Julio se sentó en su banco, sacó el cuaderno azul, sacó la goma y sacó un lápiz negro y amarillo, largo como el año que se avecinaba. La maestra dijo que quería conocer a todos los chicos y chicas, así que propuso que todos y todas se turnaran para decir su nombre y lo que más les gustaba de la escuela y lo que menos les gustaba de la escuela. Y así, la hora pasó, los nombres pasaron hasta que sonó el timbre para salir al primer recreo del año, que es el segundo mejor recreo del año. El mejor recreo del año es el último. Pero esta no es la historia del mejor recreo del año, que es el último. Es la historia de un lápiz nuevo.


Julio estaba tan contento de salir al recreo que se chocó con el banco, provocando que el cuaderno, la goma y Lápiz Nuevo se cayeran al suelo. Con tal fuerza que Lápiz Nuevo rodó debajo de la biblioteca. Al principio no se preocupó: los lápices saben que caerse es lo más común en la vida de un lápiz, después de escribir y sacarles punta. Pero cuando llegó el segundo recreo, Lápiz Nuevo se empezó a poner nervioso. Y cuando los chicos y las chicas se fueron a almorzar, Lápiz Nuevo empezó  a tener miedo. Y cuando los chicos y las chicas se fueron a sus casas después de que sonara el timbre de salida, Lápiz Nuevo empezó a temblar. A temblar tanto que sintió que su mina de grafito y sus promesas se quebraban y que iba a ser uno de esos lápices a los que nunca se les puede sacar punta porque están todos quebrados por dentro. Esa es una historia que algún día alguien tiene que contar. La historia de esos lápices a los que nunca se les puede sacar punta porque están quebrados por dentro. Pero esta no es la historia de esos lápices a los que nunca se les puede sacar punta porque están quebrados por dentro. Esta es la historia de un lápiz nuevo.


Lápiz Nuevo miraba la pelusa que se había juntado abajo de la biblioteca y pensaba: “ya no voy a poder escribir la primera fecha del año largo que se avecina, largo como yo. ¿Pero voy a poder dibujar la parte que más le gustó a Julio de un cuento que lea la maestra? ¿Voy a hacer una suma? ¿Una resta? ¿Un garabato en el banco?” Así pasó las horas, hasta que la escoba larga y llena de promesas de una empleada de maestranza de la escuela lo hizo rodar desde abajo de la biblioteca hasta el centro del aula. La empleada de maestranza de la escuela lo sacó de entre la pelusa, lo miró un rato y pensó que era un lápiz nuevo largo como el año que se avecinaba, negro y amarillo, hecho de madera, de grafito y de promesas. Y después lo depositó  en una caja de zapatos forrada de amarillo que decía “ÚTILES PERDIDOS” que descansaba en uno de los estantes de la  biblioteca. La empleada de maestranza miró la hora y pensó que si salía ahora, y combinaba el subte y el colectivo, llegaba a tiempo para limpiar la casa de los González. Pero esta no es la historia de los González, ni de su casa, ni de combinar un subte con un colectivo. Tampoco es la historia de Silvia, la empleada de maestranza. Esta es la historia de un lápiz nuevo.


En la caja de zapatos forrada de amarillo que decía “ÚTILES PERDIDOS” se encontraban, además de Lápiz Nuevo, un sacapuntas roto y una goma que parecía la uña de un dedo chiquito de una mano chiquita, de tan gastada que estaba. Y nada más. Lápiz Nuevo se puso a llorar, como sólo lloran los lápices. ¿Cómo lloran los lápices? Bueno, en principio lloran sin lágrimas. Pero además lloran tratando de no temblar, para no quedar como esos lápices a los que no se les puede sacar punta porque están todos quebrados por dentro. En eso estaba Lápiz Nuevo cuando vio llegar rodando a un lápiz sin punta, rojo y negro, más chiquito que el dedo chiquito de una mano chiquita. Era un lápiz viejo, cortísimo como el día que había pasado, como el dedo chiquito de una mano chiquita.  Rojo y negro, chiquito, vacío de grafito y de promesas. Pero esta no puede ser la historia de un lápiz viejo, rojo y negro chiquito, vacío de grafito y de promesas. Esta tiene que ser  la historia de un lápiz nuevo.


“¿Qué te pasa?”, le preguntó Lápiz Viejo a Lápiz Nuevo. “Hoy a la mañana yo era un lápiz nuevo, negro y amarillo, largo como el año que se avecina, hecho de madera, de grafito y de promesas”, respondió Lápiz Nuevo. “¿Y ahora qué sos?”, preguntó Lápiz Viejo. “Soy un lápiz nuevo, negro y amarillo, largo como el año que se avecina, hecho de grafito, de madera y de promesas… pero además soy un útil perdido”. Lápiz Viejo hizo un silencio largo, No tan largo como el año que se avecina, pero bastante largo. Y no se pueden hacer historias sobre los silencios bastante largos. Lo que sí se pueden hacer son historias sobre un lápiz nuevo. 


Lápiz Viejo quebró el silencio, como si el silencio fuera la mina de grafito en un lápiz que tiembla: “Yo también fui un lápiz nuevo. Fui largo como el año que se avecina. Y estaba hecho de madera, de grafito y de promesas. Y también fui un útil perdido. Y esta es mi historia. Te aviso de antemano que no es la historia de un lápiz nuevo. Es la historia de un lápiz viejo.”


“Mi historia empieza cuando yo era un lápiz nuevo”


“Emilia escribió conmigo por primera vez su nombre el primer día de clases de primer grado. Cuando sonó el timbre para salir al primer recreo (el segundo mejor recreo del año), Emilia salió corriendo y se chocó contra el banco. Con tal fuerza que la goma, el cuaderno y yo nos caímos al suelo. Y yo rodé hasta terminar abajo de la biblioteca. Tiempo después, la escoba larga y llena de promesas de una empleada de maestranza me rescató. Y así fui a parar a una caja de zapatos forrada de amarillo que decía  ÚTILES PERDIDOS”


“Un día, la maestra de Emilia, que se llamaba Viviana, necesitaba un lápiz para escribir una carta de amor porque estaba enamorada. Y como estaba enamorada se había olvidado la cartuchera en la casa. Así que revisó la caja forrada de amarillo que decía ÚTILES PERDIDOS y me encontró. De adentró mío salieron palabras de amor, corazones, puntos y comas. Y así me mudé a la cartera de la señorita Viviana, que estaba enamorada. Tiempo después, José, que era albañil, necesitaba un lápiz para marcar en la pared dónde iba a colocar los estantes para Abril, la hija que estaba esperando la seño Viviana, que estaba enamorada. La seño Viviana, le regaló su lápiz negro a José, que marcó en la pared dónde iba a poner los estantes para Abril, la hija que estaba esperando la seño Viviana, que estaba enamorada. Y así me mudé a la caja de herramientas de José, que era albañil”


“De adentro mío salieron líneas trazadas en las paredes, puntitos para indicar dónde usar el taladro, marquitas donde serruchar la madera, diagonales donde partir un cerámico. José y yo planificábamos habitaciones, bancos de madera, estantes, ventanas y puertas. Un día, mientras José ampliaba su casa para que su papá, que estaba ya muy viejo, se fuera a vivir con él, me olvidó en el marco de una ventana. El papá de José, que era albañil, se llamaba José y también había sido albañil, pero ya estaba muy viejo para seguir planificando habitaciones, bancos de madera, estantes, ventanas y puertas. En el marco de la ventana donde quedé, me encontró Alejandra, que era poetisa, y era vecina de José y de José, que eran albañiles. Y así me mudé al morral de Alejandra, que era poetisa”


“Alejandra, que era poetisa, escribía sobre la vida y la muerte, los amigos y la soledad, el sol y la luna. Y así, de adentro mío salieron versos, estrofas, oraciones, mundos posibles y mundos imposibles. Alejandra, que era poetisa, meditaba y escribía. Escribía para ella, que era poetisa, y para Emilia, que había aprendido a escribir su nombre. Para la señorita Viviana, que estaba enamorada y para José, que era albañil y extrañaba mucho a su papá, que se llamaba José y que había sido albañil. Tiempo después, Alejandra se fue a vivir a otro país, para escribir para ella y para otras personas. Y me dejó en la casa de su tío Carlos, que era verdulero y que amaba leer sobre la vida y la muerte, los amigos y la soledad, el sol y la luna. Y así me mudé al mostrador de Carlos, que era verdulero”


“Carlos, que era verdulero, hacía cuentas y cuentas. De adentró mío salían números, frutas, verduras y hortalizas: PAPA 100, CEBOLLA 50, LECHUGA 70, escribía Carlos, que era verdulero. Y al final escribía TOTAL: 220. A mí lo que más me gustaba era cuando escribía TOTAL, porque había un ratito en el que Carlos, que era verdulero, me sostenía en silencio y me miraba, como si yo le pudiera decir cuánto era el TOTAL. Carlos también anotaba conmigo en un cuaderno las frutas, verduras y hortalizas que llevaban los clientes que no podían pagar. Y así el momento de escribir TOTAL demoraba más. Pero también duraba más el momento en que Carlos me sostenía y me miraba como si yo le pudiera decir cuánto era el TOTAL. Un día Fidel, un vecino suyo que frecuentaba la verdulería porque le encantaba dibujar frutas, verduras y hortalizas, necesitaba un lápiz para dibujar frutas, verduras y hortalizas. Y Carlos, que era verdulero, le regaló el lápiz que usaba para hacer cuentas y cuentas. Y así me mudé a la cartuchera de Fidel, que le encantaba dibujar frutas, verduras y hortalizas”


“Fidel, que le encantaba dibujar, hizo conmigo dibujos de frutas, verduras y hortalizas. Pero también paisajes y retratos, dragones y unicornios, figuras y fondos. De adentro mío salieron personas, animales, lugares, objetos y mundos, muchos mundos. Con el tiempo Fidel empezó a tener muchos lápices, pinceles, témperas, acuarelas, óleos y lienzos. Y llevaba todo eso a una escuela, porque a Fidel, que le encantaba dibujar, también le encantaba enseñar a dibujar. Y le enseñaba a los chicos de segundo grado cómo dibujar frutas, verduras, hortalizas. Y también paisajes y retratos y dragones y unicornios y figuras y fondos y lugares y objetos y mundos. Muchos mundos. Un día, Fidel recogía sus lápices, pinceles, témpera, óleos y lienzos apurado para llegar a tiempo de una escuela a otra. Y los recogía con tal fuerza, que rodé de su escritorio hasta abajo de la biblioteca. Tiempo después, la escoba larga y llena de promesas de Silvia, la empleada de maestranza, me hizo rodar hasta el centro del aula. Y así me depositaron de nuevo en la caja forrada de amarillo que dice “ÚTILES PERDIDOS”. Eso fue anoche, antes del primer día de clases”


“Y esa es mi historia. Es la historia de un lápiz viejo”


Lápiz Nuevo hizo un silencio largo. Largo y lleno de promesas como él. Un silencio largo y lleno de promesas que se quebró con el sonido del timbre de la escuela, como la mina de grafito de un lápiz que tiembla. Era el timbre que indicaba que el segundo día de clases había empezado. 


“¿Entonces mi historia no termina en una caja forrada de amarillo que dice “ÚTILES PERDIDOS?”, preguntó Lápiz Nuevo.


“Para nada”, respondió Lápiz Viejo, “porque tu historia es la historia de un lápiz nuevo. Y empieza hoy."

                            Boedo, mayo de dos mil veintitrés



miércoles, 24 de mayo de 2023

Parcialmente nublado


En el piso dieciséis

donde paso los días

donde paso estos días

no me di cuenta 

de que llovía.


la lluvia

yo amo la lluvia 

vos odiás la lluvia. 


su repiqueteo

su aroma 

su luz.


En el piso dieciséis

donde paso los días

donde paso estos días

no me di cuenta

de que llovía.


es que estoy tan alto 

aunque me siento tan abajo

está todo cerrado

estoy encerrado

y la lluvia no tiene dónde caer


fueron dos días

no me di cuenta

de que llovía


porque la lluvia 

no tiene donde caer

en el piso dieciséis


pienso entonces

soy una lluvia que no tiene dónde caer.


   Boedo, veinticuatro de mayo de dos mil veintitrés





Fotograma de "Rapsodia en Agosto" de Akira Kurosawa (1991)

viernes, 28 de abril de 2023

Relato de un náufrago

Yo me pude despedir en septiembre

pero antes de partir

tuve tu amor

Charly García


Estos dos meses estuve viajando en barco

cerca de la costa”


dijo cuando despertó del coma

pienso que no se quiso alejar demasiado de tierra firme

evitar el naufragio

y el naufragio es inevitable, papá.


nahufragio, je


“Estaba con mis hermanos, alrededor de una pileta.

Leíamos.

La verdad es que todo era muy lindo”


sonreía mientras presionaba la traqueotomía.


“Y estaban ustedes también.

En el sur.”


¿Nosotros? ¿Tus hijos?


“Sí. Hacían cosas buenas. Para la gente.”


Bueno, papá.


Voy a escribirte un relato

de algo que me pasó

voy a hacer un bollo 

y voy a arrojarlo en la vereda.


Como una botella al mar.


Que flotará cerca de la costa.


Hasta chocar con tu barco.


Tal vez naufrague. 


Como naufragamos nosotros.


Nosotros. Tus hijos.




Villa Mitre, veintiocho de abril de dos mil veintitrés


La balsa de la Medusa - Théodore Géricault (1819)


miércoles, 25 de mayo de 2022

Pirópolis

"Tenés unos ojos tan hermosos 

que te pondría una burka para admirarlos mejor"



Buenos Aires, veinticinco de mayo de dos mil veintidós.

Orden y progreso

 

De chico quería ser actor.


 "Hombre de Vitruvio (estudio de las proporciones ideales del cuerpo humano)"
 Leonardo Da Vinci (circa 1490)
De grande fui

Boludo

Caliente

Depresivo

Enemigo

Feroz

Hiriente

Jugador

Kafkiano

Lisérgico

Marido

Nadie

Oscuro

Peleador

Quemado

Rebelde

Sumiso

Temerario

Usado

Venenoso

Winner

Xerófilo

Yo

Zagaz


y al final actor.


Villa Mitre, veinticinco de mayo de dos mil veintidós.

viernes, 21 de mayo de 2021

Road Movie

Tengo un sueño 

que es urgente 

y es con gente

ya no puede esperar.


Pasa el tiempo

estoy despierto

pero no es cierto

si ya no puedo esperar.


Voy a lugares prohibidos

encuentro chicos perdidos

que revienten los sentidos

y no puedan esperar.


Me arden los ojos

de hacer foco

y no te toco

¿o no podés esperar?


Donde estamos 

yo soy viejo 

vos estás lejos

no podemos esperar.


Miro atrás este camino

como si fuera el destino

si lo arranco lo termino

por no poder esperar.

Buenos Aires, mayo de dos mil veinte.



Vista del nuevo puente Pueyrredón desde el viejo puente Pueyrredón - marzo de dos mil diecisiete





viernes, 10 de julio de 2020

Bajo este sol tremendo

Inspirado en la novela "Bajo este sol tremendo" de Carlos Busqued

Beso con sabor a repelente.
Ganas de viajar y no volver.
Golpes en la puerta. 
Inesperados.
Plata fácil 
pilas de papel.

Fumar hasta quedar hecho un idiota.

Poner un hermano en el cajón.

Bajo este sol tremendo


Beso como calamar gigante.

Ganas de ser perro y de morder.
Golpes en la puerta. 
Un elefante.
Vaca frágil 
bueyes de papel.

Fumar hasta quedar hecho axolote.
Un escarabajo en el cajón.

Bajo este sol tremendo.


                    Parque Nacional Calilegua, Jujuy. Enero de dos mil catorce.



Ilustración de Ximena Ruiz


miércoles, 30 de octubre de 2019

Las sombras eternas

¿Cuándo fue que me volví tan viejo?
¿Y qué hacía sembrando en el desierto?

Siempre pienso en vos.

Todo recuerdo se aleja con el tiempo.
Será por eso que no me detengo.

Y me acerco a vos.

(disculpen si ya no lloro, es que mil soles quemaron mis ojos)

Nada se pierde.
Nada más se gana.

Aquí estamos
aunque ya no seamos.

Todos para vos.

(ahogados por el diluvio, sepultados bajo el magma del Vesubio)


Barracas - Boedo - Villa Mitre, pero siempre en octubre.


Sombra nuclear eterna. Hiroshima (1945)

lunes, 3 de junio de 2019

Biósfera


Miro el techo de casa.
Muchas veces lo hago.
Demasiadas.

No me gusta
mirar el techo
mirar el techo de casa
no me gusta.

No miro nunca al piso.
Ningún piso.
Ni siquiera el que piso.
Mucho menos el de otros.

Y ahora que lo miro

me gusta tener techo y me gusta tener piso.

Qué cosa terrible el orgullo.
Como si fuera una cosa, encima.
Como si el techo y el piso fueran cosas. 

Una encima.
La otra abajo. 

Villa Mitre, tres de junio de dos mil diecinueve


Diseño de Gerald Scarfe para "Pink Floyd - The Wall" (1979)

domingo, 3 de febrero de 2019

Por los puntos

Punto número uno
Dos puntos
Puntos suspensivos
Puntos cardinales
Puntos tatuados
El dado.

(Me hice un corte en el párpado, pero no recuerdo cuántos puntos me dieron)

Diez puntos.


Boedo, a las cinco en punto.

"Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte" -  Georges Pierre Seurat (1884)

El alud de nuestros hijos

Una herencia que es barro 
y piedras
o huesos 
quijadas
cayendo por la quebrada.
Herencia quebrada.

Derrumbe de calcio
más hierro
del cobre
al manganeso
sepulcro para una mina.
Derrumbe para una mina.

Aquello que sube alguna vez baja.
En eso el monte
nos lleva ventaja.

Todo lo que baja nunca sube.
No voy a poder llevar
tu tren a las nubes.

Siete colores: un blanco
algo rojo
con verde
casi violeta
pintados en la montaña
Colores en la montaña.

La niña del rayo
el niño
la doncella
una momia
que es reina del cerro.
La niña que es reina del cerro.

Hay ropa colgada hecha hilachas
precipita en el piso
como una avalancha.

Si toda esta tierra implica un destino
a los desaparecidos
les voy a decir argentinos.


Entre Salta y Buenos Aires, enero de dos mil diecinueve.


Niños de Llullaillaco -  Cuerpos de tres niños incaicos excepcionalmente conservados por alrededor de quinientos años.

jueves, 1 de noviembre de 2018

La Soledad


Ufa 
El guitarrista ciego - Pablo Picaso (1903)
la soledad
pasa 
cada vez más
por la calle.

Entonces suelo pensar 
necesito más tiempo para mí.

Solo

por la calle
llego
a estas conclusiones.

La soledad es otra cosa.

Necesito más tiempo para mí.




Boedo. Día de todos los muertos. Dos mil dieciocho.






viernes, 30 de diciembre de 2016

Disculpa

Este año no escribí nada
y por eso
quiero pedir disculpas.

Es que a veces
se vive
o se escribe.




Buenos Aires, diciembre de dos mil dieciseis.




martes, 29 de diciembre de 2015

Todas la agonías, todas las cobardías, todas las poesías

I

Podemos estar seguros 
de que ella
al momento de morir
había conocido todas las agonías.
La agonía que es vivir
la agonía de parir
la agonía musical

la agonía por amor

esta última
claro
fue la última.

II

Conocí o creí haber conocido
digo bien, conocí
Una persona que
estoy seguro
conoce todas las cobardías.
La cobardía para vivir
la cobardía sin parir
la cobardía de callar

la cobardía al amar

de esta última
claro
estuve enamorado.

III

Escribiremos
mi amor
seguramente
todas las poesías.
La poesía como vida
la poesía que es parir
la poesía con música

la poesía del amor

y esta poesía
claro
será la última.


                                                                  Barracas, diciembre de 2015