Volver en bici. Pedaleando. Mucho
adiós, pocas ganas. La tregua de otoño fría más allá del calor.
Acá las calles de siempre y ahí la esquina de siempre. Entonces
verla de prepo. Después de mucho tiempo, repentinamente. Repetidos
los ojos, repetida la piel, repetido el pelo, repetidos los peros,
repetidas las paces, repitiendo los nunca, repetir nombres de varón,
repetir que de nena no me gustan, el asco repetido, la miseria
repetida, el ninguneo, ninguno, los dos, cada uno, y al final nadie,
o todos.
O todos todo. De repente no se sabe.
"No pude parar”, me repito
arrepentido.
“Yo no”, repetís, “pude parar”
“Hasta luego", repetimos.
Así es. Como decir adiós.
Barracas, veintiuno de mayo de dos mil quince
Edward Hopper, "Verano en la ciudad" (1949) |